Jonathan Barrios, Jhonny Anglada, Miguel Morales
Patatas Corominas, fundada en 1940 por Estanislao Sión (como patatas Sión) tras comprar varios utensilios a un italiano, ganaron en poco tiempo la buena fama, y el negocio se fue ampliando, hasta montar industria de patatas fritas.
Estanislao Sión no tenía herederos directos y fue a buscar los sobrinos para que dieran continuidad al negocio. El marido de una sobrina, de apellido Corominas, se puso, junto con dos hermanos. Fue el punto de partida de las Patatas Corominas. En el año 1967 la empresa se instaló en la calle Miguel Servet, donde se ha mantenido hasta ahora.
Actualmente el negocio lo lideran dos socios: Joan Corominas (su madre era la sobrina de Estanislao Sión) y José García, yerno de uno de los tres hermanos Corominas que heredaron el negocio.
Patatas Corominas ha ido cambiando de responsables pero ahora, tres generaciones más tarde, casi mantiene la cobertura geográfica de los años sesenta (Barcelonès Nord, parte de Barcelona y Baix Maresme) y sobre todo, mantiene intacto la filosofía con la que se pensó la firma: crear un producto artesanal, elaborado sin ningún aditivo que no sea la sal.
La evolución, explica Josep Corominas, se ha producido en la maquinaria pero nunca se ha perdido la esencia artesanal: «Nosotros tomamos las patatas, las pelamos, las lavamos … es el proceso que uno haría en su casa . No hacemos ni un tratamiento previo para evitar que las patatas se quemen o cojan un color determinado. Joan Corominas es todo un experto en el universo de la patata. Explica, por ejemplo, que los meses de invierno son los peores para las patatas y revela que los meses de junio y julio son los más óptimos para comer patatas fritas, por lo menos, las que fabrica su empresa, porque les llegan las mejores patatas del campo. El sabor puede variar en función de la temporada en la que uno se coma las patatas fritas: «Ahora la patata viene cargada de fécula y esto le da un punto más fuerte. En mayo llevan menos fécula, todo es agua, y la patata casi se deshace en la boca.»
El agua, de hecho, es un componente esencial de la patata. El 70% del producto es agua. Por este motivo, y para que el agua se evapora con el calor, son necesarios 3,3 kilos de patatas naturales para hacer un kilo de frita. En la empresa badalonesa, cada año, se adquieren 500 toneladas de patatas.
En Badalona, principalmente, pero también en varios pueblos de alrededor, las Corominas son las patatas fritas por excelencia. Joan Corominas es consciente de que este producto es todo un símbolo en Badalona, un hecho que a la empresa llevan «con orgullo pero también con mucha responsabilidad». Las Patatas Corominas se pueden encontrar en varios bares, restaurantes, tiendas y supermercados de dimensiones pequeñas. No se localizan en las grandes superficies, por decisión expresa de la firma. «Nunca hemos llamado a las puertas de las grandes distribuidoras. Preferimos diez clientes pequeños que uno grande «, señala uno de los dos responsables de la empresa.
Si Patatas Corominas tienen una asignatura pendiente es la de crecer y conquistar nuevos territorios. Corominas admite que la idea «hace tiempo que nos ronda por la cabeza» pero tiene claro que los tiempos actuales son complicados y que más vale «comer poco y digerir bien». Este año también se han animado con el cultivo de la patata. Tras un par de intentos frustrados, ahora lo han probado en unos terrenos cerca de Igualada.
Patatas Corominas se adapta a los nuevos tiempos mediante su presencia en las principales redes sociales: Facebook, twitter… y dispone de una moderna y bien diseñada web que les ha aportado nuevos clientes, uno de ellos en Suecia. El Sr. Joan Corominas nos explica que resulta mucho más barato exportar su producto a Suecia (Mercado común) que en Andorra…
Ha sido una visita muy sabrosa y el Sr. Joan nos ha atendido la mar de bien y desde TAU le agradecemos su tiempo y la bolsa de patatas que regaló a cada alumno y a la profe.